PRÓLOGO
José Manuel Ramírez Navarro
Cuando lleguemos al 2043 seré octogenario y si no me he retirado -que creo que no- llevaré sesenta años ejerciendo, desde la ética y el compromiso ciudadano, la profesión del trabajo social. No hubiese sido capaz de imaginar unos servicios sociales y un trabajo social como describe Alejandro -muy kafkiano-, pero mientras se lee la novela no dejas de pensar qué se podría hacer.
Una historia inverosímil -o no- protagonizada por una persona usuaria de unos servicios sociales insólitos cuyos trabajadores sociales elaboran unos planes de integración individual sui géneris, asistidos con un programa generado a partir de sistemas de información que utiliza algoritmos -Minerva- para conseguir a través de la escalera la “integración social”.
Al principio, la presencia de los servicios sociales no es muy evidente. Juan Pertierra -el usuario- ha de avanzar en la historia, descender de estrato social, para encontrarse de bruces con el auténtico trabaja-dor social en ese insólito sistema de servicios sociales de carácter universal donde la renta mínima de inserción social tiene un importan-te protagonismo.
Toda distopía ha de ser mucho más que un futuro aterrador, un reflejo de nuestra propia sociedad y miedos. En este caso, sin destripar el argumento se pueden intuir personajes y procesos de los servicios sociales actuales que forman parte del paisaje de nuestra profesión y sistema.
Se vislumbra cómo la persona usuaria se enfrenta a un sistema de escalera donde, como ahora, cuanto más bajo estás más difícil es ascender. ¿Os suena eso del efecto Mateo? “Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado” (Mateo 13:12).
Eso pasa en la novela que retrata una foto desgarradora de la de-sigualdad, la misma realidad que vivimos. Ya vivimos en un modelo de sociedad donde el ascensor social ha gripado y los trabajadores sociales cada vez tienen más dificultades para ayudar a las personas a ascender del precipicio de la exclusión social y subir por la escalera hacia la integración social y la convivencia positiva.
Y todo ello, con reflexiones de fondo como la revolución de las máquinas, que sustituirán tantos puestos de trabajo, la abolición como concepto, los piropos como agresión sexual…
Un montón de cavilaciones que te impelen constantemente a introducirte en la novela y pensar, desde la ética profesional o por impera-tivo ciudadano, qué hacer.
Como todo debate honesto, la libertad de expresión ha de ser pre-misa fundamental en su contenido, solo limitado por el respeto que todos merecemos. Así que gracias, colega, por situarnos en un escenario que nos hará pensar. Con la confianza de prestar un impulso a los temas del trabajo social, animo a los colegas y allegados a leer este magnífico libro.
Decía Quevedo, “Dios te libre, lector, de prólogos largos” y no es mi intención alargar este libro al presentarlo.
Así que valoro la virtud de tu longanimidad -alma extensa-, colega Alejandro. Valoro tu perseverancia y constancia para introducir el trabajo social a través de la novela y tu generosidad para dar tu talento en esta difícil encomienda de perseverar en la disciplina del trabajo social.
Gracias de corazón por haberme permitido prologar esta novela que espero cumpla un importante papel de divulgación en el saber y en el conocimiento del trabajo social.
Gloriciosos días y que se llenen de aplausos, colega. Salud y seguimos.
Málaga 2020.
José Manuel Ramírez Navarro es trabajador social desde hace 37 años. Profesor de la Universidad de Málaga. Presidente de la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales de España.